Todo empezó ahí, en el
andén con la maleta en la mano. No pertenece a un sitio ni a otro, no sabe lo
que es, pero hace tiempo que le da igual. Probablemente nunca lo sabrá y ahora
menos que nunca. Sólo sabe que es híbrida y orgullosa de serlo. Tampoco sabe
dónde está su casa ni si tiene una, pero ha tenido muchas que le han servido de
cobijo una temporada. Se deshace de ellas en dos días y en la memoria, le
quedan los recuerdos, sin más. Una habitación con vistas al casco antiguo de
una ciudad y una manta roja que desteñía sobre sus amantes de paso, hasta que
llego él. Una compartida con una terraza soleada. Otra, doble, con un niño en
una cuna, y un largo pasillo por el que corría una niña. Una del tamaño de una
sala de baile con el sonido de una mezquita. Un cuarto con espejos para
reflejarse en sus brazos y la última, solitaria, con una terraza para contemplar
la luna del mediterráneo.
De nuevo en ese mismo
anden, sólo intuye lo que deja atrás y lo que la espera, pero vuelve a coger
la maleta, sin conseguir saber si hoy es más sabia que antes, a pesar del
paso de las primaveras.
Valencia, 18 de Mayo 2010
Valencia, 18 de Mayo 2010
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